sábado, 29 de diciembre de 2012

La senda de las alimañas


El documental PJ20 repasa los 20 años de carrera de Pearl Jam, que muy pronto publicará su décimo trabajo de estudio.
La génesis de esta banda se debió a Ament y Gossard. De las sucesivas disoluciones de sus primeros grupos surgieron otros como Mudhoney, pero aquellos tomaron un rumbo distinto con Mother Love Bone. Y cuando parecía que el proyecto había cobrado forma definitiva, su cantante Andrew Wood falleció por sobredosis de heroína semanas antes del lanzamiento del primer álbum del grupo. A él le dedicarían el interesante disco Temple Of The Dog, en colaboración con su amigo común Chris Cornell, de Soundgarden.
Sin las cosas demasiado claras, comenzaron a buscar un batería. Sin embargo, Jack Irons, que había estado en Red Hot Chili Peppers, les encontró un cantante. Y así llegó a Seattle el californiano Eddie Vedder, la voz más profunda y mejor modulada del rock contemporáneo. Stone Gossard es el responsable de numerosos riffs imborrables. Mike McCready, un virtuoso a quien nadie había hecho caso y que estuvo a punto de dejar de tocar, se encargó de las virguerías en los punteos. Jeff Ament sería el bajo que no es mero comparsa, sino imprescindible batuta. En pocos meses tenían terminado Ten. Había nacido Pearl Jam.
Visto en perspectiva, sorprende que hace más de veinte años estos muchachos dieran con una madurísima propuesta musical, mezcla de acertadas melodías, ritmos desenfrenados y mensajes coherentes, confirmando la vieja teoría del puer senex. Pero que nadie se lleve a engaño, no se trataba de verdades reveladas, sino de realidades vividas, como las relatadas en “Alive”.
El reino animal ha ocupado un interesante espacio en sus fábulas y églogas postindustriales (“Rats”, “Animal”, “Red Mosquito” o “Bugs”). Las canciones metafísicas también tienen un lugar importante en su producción: “Dissident”, “Sometimes”, “Who You Are”, “Do The Evolution”, “Just Breathe”.  “Present Tense” es una actualización del carpe diem. Hay temas de liberación, como “Release”, “Not For You”, “Rearviewmirror”, e inyecciones revitalizantes como “Spin The Black Circle”, “Habit”, “Lukin” o “Got Some”. “Come Back” y “The Fixer” son ventanas abiertas a la esperanza, aunque en su extensa producción predomina un lírico resquebrajamiento, que encontramos en “Black”, “Betterman”, “Corduroy”…
“Corduroy”, de hecho, puede ser una de esas canciones que quintaesencian la manera de hacer y de decir de Pearl Jam. ¿Trata sobre las consecuencias del éxito buscado? ¿Sobre la tiranía de la fama? ¿Cuál es el alcance fatal de esa soledad última y circular? ¿Cuál el camino de las alimañas? Sin duda, debe ser uno muy distinto al de los animales de corral. Quizás sea esa senda de libre improvisación en la que uno se va adaptando a las circunstancias y escoge su destino… y vive las experiencias que tatúan nuestra mirada para siempre… y las recuerda con el brillo opaco de las perlas.

PAP

miércoles, 10 de octubre de 2012

El logro (de perder)


No eran guapos, no eran modernos, no eran polémicos. No arrasaron en las listas de éxitos. Su nombre no era borroso, ni hacía referencia a lugares paradisíacos, y ni siquiera llevaba apellido. Una de las bandas de más talento de los años ’90 se llamaba James.
Sus músicos se conocieron tocando en jam sessions. A Tim Booth, que acabaría siendo su compositor y vocalista, lo encontraron en una fiesta en la que este se había colado.
Su andadura comenzó hace como 30 años y abarca 11 álbumes de estudio (el último publicado en dos fases, The Morning After / The Night Before). En julio de 2012, con la que está cayendo, ahora que ya casi nadie se compra discos (ni compactos, ni vinilos; ni siquiera frisbees), se han desmarcado, ¡atención!, con un CD triple aderezado por un DVD en directo y un maxi-single de cuatro cortes. En uno de estos CD’s, The Gathering Sound recoge rarezas de su dilatada carrera no publicadas hasta ahora; otro incluye grabaciones en directo desde 1982 hasta 2008; en el tercero condensa en uno ese último álbum bífido, antes citado.
¿Cuál es el camino de los que no se plantean llegar a un lugar concreto, sino que se dejan llevar por el ritmo del tiempo, las necesidades propias y los acontecimientos? Seguramente, uno parecido al que ha seguido esta banda de Manchester. ¿Y adónde lleva?
¿Acaso importa? Lo único relevante es que continúan inagotables, sordos al aburrido son del cómitre de turno, eternos como un epitafio, cantando en mi conciencia Getting Away With It (All Messed Up), esos cuatro acordes interminables que, mientras crecen, reflejan a buena parte de mi generación y de esta agitada época que nos ha tocado vivir.

PAP


lunes, 1 de octubre de 2012

Pedalea


Mangarle a un hombre una bicicleta es como quitarle el caballo a un cowboy, en medio del desierto de Mojave. O eso me parece a mí. Y es que hace seis meses me chorizaron una bicicleta.
Una de mis primeras posesiones que recuerdo es el triciclo sobre el que me deslizaba a toda velocidad por casa.  Pocos placeres han superado a este.
Aprendí a ir en bicicleta con una BH roja, en la plaza de las casas del García. Aquella primera sensación de velocidad en el estómago, el primer impulso hacia el vacío sin las ruedecitas de apoyo, no se puede olvidar. Supongo que desde ese día odio a mi padre, que me impulsaba y aleccionaba desde atrás, primero sujetándome, enseguida dejándome ir. ¡Pedalea, pedalea! ­—oía, cada vez más lejos... justo antes de las primeras caídas. Tampoco podré pagarle esa enseñanza esencial.
No sé si fue ET quien tuvo la culpa, pero a mediados de los ochenta los reyes magos me trajeron una BMX de BH, la California X2, azul, con los neumáticos amarillos. Tras quitarle el papel que la envolvía (quizás el único papel de regalo que mi abuelo no pudo reciclar para futuros reyes magos), mi estupefacción y mi incredulidad debieron ser de foto… A pesar de que era el único de la familia que había pedido esa bicicleta (antes solo se pedía una cosa), no acababa de creerme que aquella preciosidad fuera para mí.
También conservo mi primera bicicleta de persona, una bici de carretera, con el cuadro a cuadros, rojo y blanco, y la horquilla de aluminio. Ya no se puede circular por carretera, hay demasiado tráfico. Ahora anda cogiendo polvo en un trastero, esperando a que la cure de un pequeño accidente fraternal.
En Santa Pola me compré hace dos veranos una bicicleta de montaña de segunda mano. Una Orbea blanca, con doble suspensión. Me llevaba a por el periódico, a tomarme mi café granizado y tostada matutinos, y a donde yo quería (casi siempre el paseo junto al mar) y mis piernas me permitían… Como decía, ha sido secuestrada…
Ante esta encrucijada, sólo podía dar un salto adelante. Así que acabo de agenciarme una Nirve cruiser usadounidense, es decir, norteamericana, de segunda mano. Casi estoy deseando que la casualidad me lleve frente al cuatrero que me robó, para que vea cómo cabalgamos la gente con estilo.

PAP


sábado, 4 de agosto de 2012

Muelles

Anoche fui agredido por un contenedor de basura.
Me aproximé a él con una mezcla de gracilidad felina y lentitud de vieja locomotora. Llegado al destino, empujé con el pie izquierdo la barra metálica que abre la conocida boca de tufos, mientras calculaba la parábola que debía describir la bolsa de basura para unirse a los demás desechos del vecindario.
El primer impulso resultó claramente insuficiente, pues la tapa apenas se abrió un par de palmos. Al dar la pedalada definitiva, que me abriría de par en par la tapa de mi presunto agresor, ya fuera por la superficie plana de mis zapatos, ya por la humedad del ambiente o simple torpeza, mi pie izquierdo se deslizó hacia el suelo, encajado entre el plástico y el metal que, impelido hacia arriba por su resorte de accionamiento, me asestó un golpe, casi mortal, en la cara interior de mi tobillo izquierdo.
Había en las inmediaciones varias decenas de testigos. Mi alarido, por tanto, fue mudo, aunque creo que la luna llena (o la luz de las farolas) hizo brillar las gotas de sudor frío que poblaron mis sienes.
Extraje el pie, empujé con más acierto, la bolsa ascendió con la parábola prevista y se sumó a sus congéneres. Di una calada profunda y, con un dolor inconmensurable, inicié mi regreso a casa, con paso lento como de subida al Calvario, aunque fingidamente seguro.
Transcurridos treinta punzantes metros, me permití cojear, no sin antes cerciorarme, disimuladamente, de que me hallaba fuera del alcance visual de mis espectadores. Un gato escuchó mi sordo ¡aarrgh! y ambos continuamos nuestro camino.
De momento, no se conocen otras víctimas en la zona. Imbuido del espíritu olímpico de estos días, sigo caminando. Pero poco.

PAP

Mamandurrias

Terminemos con las mamandurrias.
Una mamandurria es el sueldo que cobra la presidenta de la Comunidad de Madrid. Y los presidentes de como 12 o 14 comunidades autónomas más. Y todos los diputados de dichas comunidades. Pese a quien pese, y les pesa mucho, las nacionalidades históricas son Euskadi, Cataluña (y adyacentes) y Galicia. Una nacionalidad no es un reino ni un estado, sino una cultura, una lengua, un sentimiento de comunidad con el que uno vive y muere. El resto, se apuntaron a un carro que no necesitaban y que no nos podemos (y aún menos se pueden) permitir. Así, el café para todos se convierte en achicoria a discreción.
Mamandurrias son los ingresos de todos los directivos de entidades bancarias, y sus autoindemnizaciones, y sus pensionazas, logrados tras la extraordinaria labor de dejarlas arruinadas.
Mamandurrias reciben los expresidentes, exsenadores y exdiputados. Y los partidos políticos y los sindicatos.
Mamandurrias serán los sueldos de todos nuestros representantes en el Congreso y en Senado, si se nos gobierna desde Berlín, Bruselas, Moody’s o la Bolsa y sus familiares de riesgo.
Mamandurrias se las han llevado los mamalones que malgastaron el erario público construyendo aeropuertos desiertos cuando solo se tiene para levantar unas letrinas.
Mamandurria es el sueldo del mamacallos del ministro de economía.
Efectivamente, hay que acabar con todas esas mamandurrias. ¡Y que se jodan!

PAP

viernes, 6 de julio de 2012

Encrucijadas


Hace siete años que el verano comienza con el festival Cruïlla de Cultures. (Los primeros iban acompañados del final de las oposiciones, los últimos por la soledad compartida)
En Barcelona, cada festival reúne a un público distinto. Si en el Sónar están los modernos y guiris con sus pinreles al aire, en el Primavera Sound se junta el personal alternativo (autóctono y de importación), del BAM hablaré en otro momento. El Cruïlla, con sus variopintos carteles y sus precios asequibles, reúne a las personitas más especiales de la comarca.
Este proyecto nació en Mataró, donde se repartían los conciertos en distintos lugares de la ciudad (alguno ciertamente pintoresco). Memorables fueron los conciertos de Khaled, con los Delinqüentes, los de Muchachito, el de la Fanfare Ciocarlia, el de Femi Kuti con sus sinuosas bailarinas. Allí hemos disfrutado de Manu Chao, los Chichos, Ben Harper y un larguísimo etcétera.
Este año el cartel promete, como siempre, baile, fiesta, diversión.  Descubrimientos, recuerdos y alguna rutilante estrella. Los imanes que me atrajeron este año fueron  artistas como Gogol Bordello, Cypress Hill o Amadou & Mariam, a quienes aún no he visto en directo. Pero sueño con escuchar en directo “Candy” y “The Passenger”, de Iggy Pop, o “Enjoy yourself” y “Too much Too young”, de los Specials. Tengo ganas de ver a las Migas renovadas, de revisitar a Sharon Jones y de conocer al mítico Linton Kwesi Johnson y a la prometedora Nneka.
Con buena música, buen jamón, con un año más a las espaldas, con lo de siempre y con lo de más allá, hoy celebro volver a cruzarme con el verano.

PAP

miércoles, 23 de mayo de 2012

Versos aislados


Tras pasar la velada viendo películas, Ian Curtis se colgó en la cocina de su casa. Entre otras, parece ser que revisionó la poco optimista Stroszek, de Herzog. Y escogió a Iggy Pop como banda sonora de su muerte pendular. Aquel trágico 18 de mayo de 1980, algo de la poesía desapareció de la música.
Joy Division fue por este motivo uno de los grupos más efímeros de la historia. A pesar de la larguísima carrera que ha tenido el resto de sus miembros como New Order, que en los próximos días nos visitarán de nuevo, nunca fueron (ya no podían ni debían serlo) los mismos, ya no sonaban igual, no podían cantar lo que cantaban. Seguramente, tampoco consumían ya lo mismo...
Con Joy Division, estos muchachos del área de Manchester nos descubrieron en sus canciones una suerte de verdad revelada, o intuida, en total consonancia con el susurro místico de su letrista y cantante, Ian Curtis, que, además, acompañaba su interpretación vocal con una peculiar forma de bailar, próxima a veces a la epilepsia que padecía.
Joy Division, “División de la alegría”, era el nombre que recibía un grupo de mujeres judías que fueron forzadas a prostituirse entre los soldados alemanes durante la 2ª Guerra Mundial. Su nombre y su estética eran, pues, pura provocación, como lo han sido siempre las vanguardias. Su música sonaba nueva, y empezó a incorporar los sintetizadores al punk-rock. Sus letras eran como un pellizco en el cerebro.
Numerosas son las bandas que reconocen la huella de Joy Division... Apuntemos The Smiths, The Cure, U2, The Killers o Los Planetas, que en su primer álbum describieron el suicidio de Curtis en “Desorden”. La película hagiográfica Control, de 2007, dirigida por Anton Corbijn, retrata con fidelidad y lealtad una parte de lo que fue el líder del grupo.
Influido por William Burroughs y la generación beat, Ian Curtis quiso ser poeta. Ahora debemos recordar que, además de Rimbaud, existió con otro gran poeta niño, otro ser especial que se aisló voluntariamente, que nos regaló unos demasiado breves versos eternos.

PAP



sábado, 5 de mayo de 2012

El ídolo normal


Cualquiera que me conozca, aunque sea de oídas, sabe que soy culé.
Hoy he llorado. No lloraba por el Barça desde que perdimos aquella final de Sevilla, que tuvo que ser nuestra. Dejar de ganar un título no es triste, para mí siempre ha sido la motivación para ganar el siguiente. Y he hecho algo de deporte... Y también he jugado a ser entrenador.
Supongo que soy un sentimental. Pero mis lágrimas solo caen cuando les corresponde; las tengo amaestradas.
El aún entrenador del Barça no solo nos ha devuelto la alegría futbolística, y el reinado en el mundo del fútbol. Además, nos ha regalado sus formas y sus ideales futbolísticos, de sangre blaugrana. Nos ha enseñado a ser.
Pep Guardiola es nuestro y ha sido un poco nosotros desde hace 25 años, cuando recogía las pelotas en aquella semifinal... Sin él el Barça será el mismo. Tenemos la mejor cantera del mundo. Pero ya no podremos celebrar que tenemos al mejor de los culés entre nosotros, a la cabeza del primer equipo. Volverá, si quiere, cuando quiera. Seguro que no habrá un mejor presidente para el club. Pero ahora se ha ganado el descanso del guerrero. Dicen que las segundas partes nunca son buenas. Porque nadie ha visto aún la segunda parte de Guardiola.
Gracias, Pep. Força Barça!

PAP
 
 

Un pez gordo

Decir que Tim Burton es una de las rara avis del cine norteamericano actual no sería decir nada nuevo. Pero hace varios lustros que desistí de escribir algo nuevo. En cualquier caso, en pocos directores se da como en él una imaginación desbordante y una íntima conexión entre literatura y cine. Debo recordar aquí una joyita de las que creo que hay que tener en papel, como es La melancólica muerte de Chico Ostra, publicada en España por Anagrama.
Este creador gótico, digno descendiente de Edgar Allan Poe, ha sido capaz de ir captando a un público muy heterogéneo con películas para todos los públicos como Eduardo Manostijeras, Mars Attacks o Pesadilla antes de navidad. Son de remarcar sus fidelísimas versiones del musical Sweeny Todd, y de una de las obras maestras de Kubrik, El planeta de los simios. Su Batman fue el mejor de la saga, acompañado de la electrizante banda sonora de Prince.
Algunas de sus libérrimas adaptaciones cinematográficas de obras literarias han sido la emocionante La leyenda de Sleepy Hollow o la entrañable Charlie y la fábrica de chocolate, que contrastan con la floja versión de Alicia, en 2-Ds y media, quizás demasiado sesgada por la edulcorada Disney.
A menudo sucede que la adaptación cinematográfica de una obra literaria cercena el original. Otras, en cambio, esta mutación convierte un simple texto en una obra de arte. Y la mejor de sus películas, la que jamás me cansaré de ver, es Big Fish. La versión de la novela de Daniel Wallace es sencillamente sublime. El mensaje idealista que contiene resulta casi irreverente en los tiempos materialistas que corren; el modelo que ofrece dista mucho de los valores asociados al triunfador norteamericano; su sentido es muy próximo a la interpretación romántica del Quijote.
En el vasto océano de la pantalla, Tim Burton es, en definitiva, uno de los peces más grandes, que ha logrado convertir sus ideas, sus sueños, sus pesadillas, su literatura, en historia del cine.

PAP


miércoles, 2 de mayo de 2012

Dulces prendas


Chica bien y muy mona se revela como artista, canta fenomenal y hace canciones sensibles, y hasta comprometidas o con mensaje.
Este curriculum con pinta de perfil de Facebook podría aplicársele a varias cantantes emergentes en nuestros días. Y nos sorprendería, de no existir destacados precedentes como Joan Baez o Marianne Faithful. Aunque también como el de cierta primera dama... Sin duda, estas nuevas artistas nacen con la expectación que generan las estrellas.
Lana del Rey (nombre artístico de origen cineautomovilístico) puede llegar a ser, puede que ya sea, la nueva diva del pop. Las canciones de esta neoyorquina son agudas, a veces algo corrosivas o provocadoras. Si en sus videoclips se respira un neoclasicismo un tanto kitsch, su música comunica una especie de audacia innovadora, que aglutina estilos e influencias diversos, desde el folk, el pop o la canción de autor, hasta la música electrónica o el triphop. Su voz también tiene esos mismos registros, que se deslizan entre lo dulce y lo amargo, combinándose con una habilidosa modulación. Envuelta del supuesto glamour de la prensa rosa y musical, nada con soltura entre ambas aguas, fundamentales para cualquier reina del pop que se precie.

Hanna Cohen es tan solo una promesa, pero parece tener materia prima sobre la que construirse. Además, cuenta con buenos padrinos y colaboradores como algún componente de The National o Antony and the Johnsons, lo cual es garantía de buen gusto. Nos dejará prendados con su primer disco, Child Bride, que quizás resulte una de las entregas más interesantes y esperadas de este curso.
Al público masculino ya nos tienen ganados. Ahora tendrán que conquistar la inteligencia de sus congéneres. Que sean replicantes o humanas, sirenas de cuento o artistas con genio, sólo el tiempo y sus carreras lo demostrarán. De momento... Me gusta.

PAP


miércoles, 28 de marzo de 2012

Revoilusión

Un buen día, uno de ellos decidió bajar del árbol, se irguió y empezó a usar solo dos patas. Los que lo vieron se reían. El resto dormía.

PAP

jueves, 8 de marzo de 2012

El arte humanizado

Entre otras muchas cosas, debo a mi madre mi pasión por la poesía y por el arte. Entre otras muchas cosas, nunca olvidaré el gesto que tuvo conmigo en Londres, donde, a mis doce años, me hizo entrar a una exposición de Mark Rothko que, como era algo cara, ella se quedó sin ver... Pero mi afección a Tàpies proviene de la adoración que le tiene mi tío el humanista (el pintor-poeta-cantor, el amigo de las medusas nocturnas) y de aquellos veranos en la calle San Antonio.
Pocos años más tarde, durante mi estancia en EEUU, yo hacía de canguro en casa de los Weisman y, lo confieso ahora, repartía mi concentración entre los pequeños que estaban a mi cargo, y mi mirada absorta hacia un cuadro, un Tàpies enorme que había en el salón, el cual me trasladaba a mi hogar, a mi cultura.
Con pocos artistas como con Tàpies habréis escuchado ese tópico comentario ignorante: “eso lo hago yo”, siempre puesto en boca de alguien que, como yo, jamás manejó un pincel.
La obra de Tàpies, como la de casi cualquier artista contemporáneo, no debe tan solo entenderse: por encima de todo, debe sentirse.
De pequeño, me inquietaba ver aquel calcetín tan grande agujereado. Aún no comprendía la militancia de un artista que pretendía convertir lo corriente, lo nimio e insignificante, en algo sublime. Ahora apenas veo diferencia entre su intención y la de Miguel Ángel, por ejemplo, que sublimó algo a menudo tan vulgar como el ser humano. En el arte de Tàpies, como en un proceso conceptista, el objeto se convierte en símbolo, y el signo en icono.
El signo. Y la palabra. La palabra aparecía en muchos de sus cuadros, en casi todos sus carteles. Ambos dotaban de un significado metafórico y lingüístico (cuando no militante: la palabra catalana) a lo plástico. Muchos consideran a Tàpies no solo un gran pintor, sino un artista de la caligrafía, de evocación oriental... Y no debemos olvidar la palabra en sus ensayos sobre arte, como en Por un arte moderno y progresista (1985).También practicó una democratización en el uso de materiales corrientes en la obra de arte.
Tàpies nunca podrá descansar. Nos alumbrará y nos hará reflexionar y sentir eternamente; mientras sigamos siendo humanos.

PAP



domingo, 12 de febrero de 2012

La novia de la tristeza

Si me encontrara con Li Lykke Timotej Zachrisson y cruzara tres palabras con ella (dos condicionantes altamente improbables), quizás lograría pronunciar el manido “Poesía eres tú”. Quizás... Por eso lo escribo. Porque ni siquiera sabría si llamarla Li a secas, o Lykke, o cualquiera de las combinaciones de ambos. No soy versado en asuntos suecos, la verdad.
Esta refinada artista escandinava repartió su niñez entre varios continentes y, tras un par de años en Nueva York durante el punto de inflexión hacia la veintena, regresó a su tierra natal para grabar su primer disco, Youth Novels.
Lykke Li no solo canta las canciones que compone; danza sinuosa e interpreta lo que declama. Es adalid de un nuevo concepto de artista total, inclasificable bajo las restringidas etiquetas de los géneros musicales. Es la luz entre las tinieblas del norte. Sus videoclips son per se obras de arte, breves films de significado casi místico, cuando no reflejos de una peculiar mitología personal del fracaso. Y tan solo tiene dos álbumes en su haber. De modo que tengo la sensación de que lo mejor está aún por llegar.
De momento, podemos encontrar temas ligeros, intrascendentes, como "Dance, Dance, Dance" o ritmos estimulantes ("Get Some"), junto a sintonías delicadas ("Little Bit", la canción que me dejó prendado). Pero podríamos quedarnos con una visión sesgada, pues en su música y letras predomina un cierto tono melancólico, un elogio del dolor, como en "Wounded Rhymes" o "Let it Fall", que parecen recuperar aquel concepto barroco en el que las heridas, como la vida, “sus cuerpos dejarán, no su cuidado, / serán ceniza, pero tendrá sentido, / polvo serán, mas polvo enamorado".

PAP

miércoles, 8 de febrero de 2012

La muerte lenta

La democracia está en la UVI. Vivimos bajo el imperio del capital mórbido que busca hipérboles imposibles de crecimiento. La validez y el poder de los procesos electorales quedan al margen cuando los representantes políticos carecen de libertad de decisión, pues nadie ha elegido a quienes verdaderamente marcan nuestros designios: agencias de calificación, grandes bancos y entidades financieras cuya ética y honestidad no pueden quedar en entredicho, porque no tienen.
De modo que en lugar de dirigentes políticos tenemos peleles, simples marionetas que reproducen un discurso neoliberal, casposo y decimonónico, justo el tipo de economía que nos ha llevado a la situación actual, y que muchos creen (o pretenden hacernos creer) que es la única economía posible. Lamentablemente, cada vez se extiende más y arraiga la idea de que no se puede hacer otra cosa, de que todos lo hemos hecho muy mal y ahora lo tenemos que pagar. Aunque no todos lo pagamos por igual. (Algún día habrá que analizar la responsabilidad de los medios de información)
A todo esto, muchos seguimos pensando que los principales causantes de esta crisis de la economía virtual serán también sus principales beneficiarios. La catastrófica situación de la economía global terminará antes o después (seguramente después, o incluso más tarde) y, entonces, unos pocos serán inmensamente ricos y la mayoría mucho más pobres.
Todos los recortes que se están produciendo de forma generalizada han demostrado su nula efectividad, pues la situación económica empeora. Porque cada vez trabajamos menos gente, cada vez trabajamos más, cada vez cobramos menos. Una extraña proporcionalidad inversa, que está liquidando del todo las ya afectadas economías nacionales, locales y domésticas. Y los precios y los impuestos suben. Si cobramos menos (o nada), consumimos menos; si consumimos menos, se produce menos, lo cual lleva a que se contrate a menos personal o las empresas cierren. Y volvemos al comienzo del círculo vicioso. Y es entonces cuando a uno le surge una pregunta: si yo gano menos y pago más... ¿quién se lleva mi dinero? No la respondo, por obvia.
El dinero no aparece y desaparece, como por arte de magia, sino que, como el agua del planeta, se transforma, cambia de lugar (a menudo de país o paraíso).
Por otra parte, incluso empieza a extenderse la idea de que los que trabajamos deberíamos de estar agradecidos: no sé a quién agradecérselo, aunque me suena a discurso caciquil. Yo pensaba que debía mi trabajo a mi formación y esfuerzo individual...
En definitiva, ¿cuál es la solución? Ninguna. Cuando la crisis termine, seremos más pobres y más insolidarios, tendremos menos derechos, menos vida, menos fe. Bueno, no todos, solo la mayoría. Este sistema no tiene arreglo: es así cíclicamente; cada vez que el monstruo parece que está en fase terminal, renace como ave Fénix y regresa multiplicado en sus dimensiones, tras haber devorado millones personas, decenas de países y lo más triste, un trocito más de nuestro planeta azul. Los criterios ecológicos en la situación actual no han pasado a un segundo o tercer plano: se han salido del plano.
Ahora, y no luego, es cuando hay que levantarse a luchar por los derechos y las libertades que nos van cercenando, por los valores éticos que llevamos construyendo durante miles de años y por una Naturaleza que ya está más ahogada que nuestras cuentas corrientes. Porque de una cosa estoy seguro: cuando este planeta ya no sea un lugar habitable, no habrá economía. Ni siquiera neoliberal.

PAP


martes, 3 de enero de 2012

Por tierras aragonesas

Aragón tiene siempre el color del otoño. El comercio aquí rotula aún con pintura, sin neón, y todo el mundo se saluda.
Calatayud es un lugar en mitad del camino, pero de un camino que se perdió hace tiempo, bajo la velocidad de los nuevos tiempos: la llegada de la autovía hundió su economía, que el AVE no ha podido levantar. Es un pueblo ubicado en esa época en que la vida transcurría más despacio. Por eso aquí las gentes no te indican la dirección, te acompañan al destino.
Como ocurre en tantas ciudades españolas, su centro histórico se halla bastante deteriorado y acoge una curiosa mezcla de población autóctona envejecida y sangre joven de la inmigración. Descampados de una población que fue una villa de cinco castillos, adornada de arte mudéjar, un pueblo cubista de paredes convergentes.
Balanceándome sobre una mecedora decimonónica en el Mesón de La Dolores, evoco e imagino esa alternancia de luces y sombras que han mutado la Bilbilis romana en ciudad de alcurnia, fuente de literatura, lugar de paso y de comercio y origen de misiones en América.
Aquí vivió y enseñó Baltasar Gracián, el talento conceptista que cierra la época dorada de nuestras letras, y que ahora da nombre a una excelente colección de vinos con denominación de origen. Otro vino muy recomendable es el Fabla, de la cooperativa del Jalón, en Maluenda, un garnacha delicioso a un precio asequible.
El Monasterio de Piedra es un templo de agua y verde, un paraíso donde los sarracenos fundaron un castillo, los cirtescienses un monasterio, y hoy se ha convertido en un parque de atracciones natural, más auténtico que la mole fantasma que en la capital aragonesa se hizo en nombre del agua. Allí se hizo chocolate por primera vez en la Península; allí la iglesia mira al cielo.
Ir a Aragón es darse un homenaje, sentirse bien tratado y bien servido, tratar con personas que no hacen de su vida un teatro, que se te ofrecen de cara, con toda su autenticidad. Visitar Aragón es volver a la España que fuimos no hace tanto tiempo, y quizás reflejarse en la España que realmente somos cuando se nos caen las máscaras.

PAP