sábado, 15 de octubre de 2016

Ubi sunt?


En todas las lenguas del mundo, la poesía nació de la canción. Con el paso del tiempo, algunas culturas desarrollaron uno u otro método de escritura. Con ello comenzó la Historia y abandonamos la Prehistoria. Pero la poesía ya existía, desde el principio… Y algunos que sabían escribir comenzaron a apuntarse las letras de sus canciones preferidas. Así nació este género literario. Y la Poesía, oral o escrita, sobrevivió siempre en todo el mundo, en todas las lenguas del mundo.
En una exposición oral que hice, como alumno de Filología, en Literatura comparada, defendí, como Celaya, que “la poesía es un arma cargada de futuro”, y añadí que las armas actuales de la poesía no estaban en los premios literarios endogámicos ni en volúmenes leídos, casi únicamente, por cuatro amiguetes poetas. Si eso es poesía (y habría que preguntárselo a Bécquer, a Lorca o a José Ángel Valente, o a José Agustín Goytisolo), la poesía está muerta.
La mayoría de los mejores poetas de mi época, decía yo entonces y sigo manteniéndolo ahora, llevan una guitarra colgada del cuello, o usan samples, loops y scratches, o trabajan frente a computadoras o un piano. Y cantan. Ya nos dijo Machado que la poesía es “palabra en el tiempo”. Y estos son los versos  y esta es la memoria colectiva y este es el pensamiento de nuestro tiempo: Estas son las palabras eternas de mi tribu.
El tiempo es cambio. Lo dijo Heráclito y nos lo escribió Bob Dylan. Sin citarla, ya sabéis a qué canción me refiero.
Cuando millones de personas memorizan los versos que un ser humano ha escrito, cuando las cantan porque esas palabras explican su pensamiento, su vida, sus experiencias y emociones, la poesía está viva. Y regresa a sus orígenes. Y recobra su esencia, su perfume y su sentido ancestrales.
Trovadores y juglares: Cantad, cantad, malditos. Porque, después de a mi madre,  es a vosotros a quienes debo la vida.

PAP




No hay comentarios:

Publicar un comentario