Cualquiera que me conozca, aunque sea de oídas, sabe que soy
culé.
Hoy he llorado. No lloraba por el Barça desde que perdimos
aquella final de Sevilla, que tuvo que ser nuestra. Dejar de ganar un título no
es triste, para mí siempre ha sido la motivación para ganar el siguiente. Y he
hecho algo de deporte... Y también he jugado a ser entrenador.
Supongo que soy un sentimental. Pero mis lágrimas solo caen
cuando les corresponde; las tengo amaestradas.
El aún entrenador del Barça no solo nos ha devuelto la
alegría futbolística, y el reinado en el mundo del fútbol. Además, nos ha
regalado sus formas y sus ideales futbolísticos, de sangre blaugrana. Nos ha
enseñado a ser.
Pep Guardiola es nuestro y ha sido un poco nosotros desde
hace 25 años, cuando recogía las pelotas en aquella semifinal... Sin él el
Barça será el mismo. Tenemos la mejor cantera del mundo. Pero ya no podremos celebrar que tenemos al mejor de los
culés entre nosotros, a la cabeza del primer equipo. Volverá, si quiere, cuando
quiera. Seguro que no habrá un mejor presidente para el club. Pero ahora se ha
ganado el descanso del guerrero. Dicen que las segundas partes nunca son
buenas. Porque nadie ha visto aún la segunda parte de Guardiola.
Gracias, Pep. Força Barça!
PAP
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