jueves, 8 de marzo de 2012

El arte humanizado

Entre otras muchas cosas, debo a mi madre mi pasión por la poesía y por el arte. Entre otras muchas cosas, nunca olvidaré el gesto que tuvo conmigo en Londres, donde, a mis doce años, me hizo entrar a una exposición de Mark Rothko que, como era algo cara, ella se quedó sin ver... Pero mi afección a Tàpies proviene de la adoración que le tiene mi tío el humanista (el pintor-poeta-cantor, el amigo de las medusas nocturnas) y de aquellos veranos en la calle San Antonio.
Pocos años más tarde, durante mi estancia en EEUU, yo hacía de canguro en casa de los Weisman y, lo confieso ahora, repartía mi concentración entre los pequeños que estaban a mi cargo, y mi mirada absorta hacia un cuadro, un Tàpies enorme que había en el salón, el cual me trasladaba a mi hogar, a mi cultura.
Con pocos artistas como con Tàpies habréis escuchado ese tópico comentario ignorante: “eso lo hago yo”, siempre puesto en boca de alguien que, como yo, jamás manejó un pincel.
La obra de Tàpies, como la de casi cualquier artista contemporáneo, no debe tan solo entenderse: por encima de todo, debe sentirse.
De pequeño, me inquietaba ver aquel calcetín tan grande agujereado. Aún no comprendía la militancia de un artista que pretendía convertir lo corriente, lo nimio e insignificante, en algo sublime. Ahora apenas veo diferencia entre su intención y la de Miguel Ángel, por ejemplo, que sublimó algo a menudo tan vulgar como el ser humano. En el arte de Tàpies, como en un proceso conceptista, el objeto se convierte en símbolo, y el signo en icono.
El signo. Y la palabra. La palabra aparecía en muchos de sus cuadros, en casi todos sus carteles. Ambos dotaban de un significado metafórico y lingüístico (cuando no militante: la palabra catalana) a lo plástico. Muchos consideran a Tàpies no solo un gran pintor, sino un artista de la caligrafía, de evocación oriental... Y no debemos olvidar la palabra en sus ensayos sobre arte, como en Por un arte moderno y progresista (1985).También practicó una democratización en el uso de materiales corrientes en la obra de arte.
Tàpies nunca podrá descansar. Nos alumbrará y nos hará reflexionar y sentir eternamente; mientras sigamos siendo humanos.

PAP



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