Hace unos días alguien muy querido para mí (que seguirá siéndolo) hacía referencia a los indignados con un despectivo “turbas de jemeres rojos” y llamaba a su loable intención de tomar la palabra “manifiestos de Peter Pan y Campanilla”.
Qué mejor que contestar con argumentos a la simple calificación.
Esta crisis financiera no la han creado los trabajadores (y menos los parados y pensionistas), que somos los que la estamos pagando.
Él sabe perfectamente, y yo también, que si los que más ganan (los que más tienen) pagaran todo lo que les corresponde (como hacemos la gran mayoría de los contribuyentes, que somos los que sostenemos el Estado), no habría crisis, ni deuda externa, en España. El fraude fiscal en este país es el doble del de la media de Europa. El que defrauda a Hacienda nos roba a todos. No obstante, nuestra escala impositiva del IRPF sí que es del País de Nunca Jamás. Gane poco, mucho o regular, ¿alguien en este país estaría dispuesto a pagar al Estado casi la mitad de sus ingresos, como se exige a las rentas más altas, que son quienes disponen de vías para no hacerlo?
Las multinacionales pagan el 1% de sus beneficios, cuando no están exentas de pagar impuesto alguno durante unos años, para después trasladarse a otro país chollo (deslocalizarse, lo llaman).
La educación no es el problema de esta crisis: es una de sus soluciones.
Pongamos ejemplos: el recorte en educación en Cataluña pretende ahorrar unos 1500 millones de euros anuales. Mientras tanto, el nuevo gobierno de la Generalitat ha decidido suprimir el impuesto de sucesiones (que aquí ya solo pagaban las grandes fortunas), lo cual supondrá dejar de ingresar unos 1400 millones de euros cada año.
España tiene ahora en torno a un 20% de paro, algo menos que a comienzos de los años ’90. En 1982, llegamos casi al 24%. Pero en ninguna de esas ocasiones se produjeron recortes en los servicios públicos como ahora. Esto le trae sin cuidado al que lleva a sus hijos a colegios privados (que desde la LOGSE están subvencionados por el erario público) y se puede permitir una asistencia sanitaria privada.
¿A quién pertenecen las empresas públicas privatizadas durante los años ’90? ¿Cuántos beneficios producen éstas hoy en día?
Para que un banco conceda un préstamo hipotecario, primero tasa la vivienda. ¿Por qué los desahuciados deben seguir pagando por algo que jamás tendrán?
¿Cómo es que el Estado español inyectó una larga lista de ceros (con otros números delante) en la banca, y ésta sigue declarando beneficios un año tras otro? Si el Estado pone nuestro dinero en una empresa, ¿no debería esta nacionalizarse, tal y como se ha hecho, por ejemplo, en Estados Unidos?
El estado de las autonomías fue una fórmula para dar cabida en la Constitución a las denominadas “nacionalidades históricas”, que todos entendemos que son Cataluña (también la Comunidad Valenciana y Baleares), Euskadi y Galicia. ¿Cuánto le cuesta a nuestro país sostener 18 gobiernos autonómicos? ¿Y las trasnochadas diputaciones?
Nuestra democracia debe mucho a su Majestad el Rey don Juan Carlos. Pero ¿cómo puede mantenerse hoy en día una Monarquía bajo presupuestos democráticos?
Yo no voté esta Constitución, aunque seguro que habría votado sí en el ’78, de no haber tenido cuatro años. Sí he podido votar un Estatut, cuya validez democrática pusieron en duda todos aquellos que lo recortaron y que ahora quieren dar lecciones de democracia al movimiento “Democracia real, ya”.
¿Cuánto se han gastado los partidos políticos en cada campaña electoral? ¿De dónde sale ese dinero?
El presidente del gobierno español gana unos 65.000 euros al año; el alcalde de Barcelona, unos 115.000. El presidente de la Diputación de Barcelona se embolsa 144.000 eurípides. El president de la Generalitat, 164.000.
¿Por qué un trabajador tiene que cotizar 35 años para poder jubilarse (nosotros cotizaremos unos cuantos años más, parece ser) y un diputado dispone de una pensión vitalicia a partir de los 7 años?
Un médico, un contable tienen que afrontar la responsabilidad de sus actos laborales. Sólo en Islandia, por primera vez en la historia, se está juzgando a un político, por su responsabilidad en sus decisiones sobre economía durante la gestión de su país. (También se ha juzgado a banqueros y gente de esa ralea).
¿Cuántos países más deben hundir el FMI y agencias como Standard & Poors para que los gobiernos dejen de hacerles caso?
¿Alguien se cree los datos oficiales sobre la inflación que ha provocado el euro en España?
¿No era la democracia el gobierno del pueblo? Pues quizás el pueblo tome un día el poder al fin. ¿De qué tienen tanto miedo los partidos políticos, incluso los sindicatos, cuando el pueblo se mueve sin necesidad de batuta?
Nunca me ha gustado Peter Pan: rechacé una oferta para hacer una adaptación de la novela de Barrie. Pero muchos, muchos queremos cambiar el mundo del tío Gilito y sus amiguitos.
PAP
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