Oigo voces.
Hay una voz
que canta conmigo en los conciertos. Y también en el coche.
Hay una voz
que me susurra cosas amables.
Hay una voz
que dice ‘uau’ desde el comedor cuando comienza a sonar el siguiente temazo de
alguna Playlist preparada a (¿mala?) conciencia.
Hay una voz
que persiste en el cerebro cuando no está la voz y solo cuento hasta uno.
Hay una voz
en los sueños. Hay una voz cuando estoy despierto.
Hay una voz
que me cuenta cosas. Hay una voz que me escucha. Y una voz que me lee. Una voz
que me escribe.
Hay una voz
al teléfono.
Oigo muchas
voces. Pero todas las voces son la misma.
PAP
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