lunes, 16 de noviembre de 2015

Contra simples y cobardes


Parece que estamos en guerra. Es una guerra en la que el enemigo no tiene cara, ni tiene nombre, ni cerebro, ni humanidad. Soy ateo y, como esta no es una guerra de religión, me han involucrado. Tampoco es una guerra política pero ataca a la libertad.  Así que, aunque soy pacifista, estoy en guerra: contra la ignorancia, contra la violencia y contra las ideas (o la falta de ellas) que nos intentan imponer.
El pasado viernes por la noche, después de cenar, me senté frente al ordenador para decidir si iría a ver a los Editors, esta noche en Razzmatazz, o a los Eagles of Death Metal (a su guitarrista ya lo había visto con Queens of the Stone Age), en unos días, en la sala Apolo. Tras darle muchas vueltas,  parapetado bajo mi manta, me quedé a un click de ambos. Cuando el sábado me desperté y puse las noticias, se me heló la sangre.
Para que volviera a fluir, tuve que ponerme a Cheb Hasni. Y me descargué algo de EoDM. Y seguiré despreciando a los asesinos frente a mis alumnos, como he hecho hoy (nunca les hablo de política). Y seguiré disfrutando de todos los conciertos que quiera y seguiré saliendo a cenar cuando pueda y seguiré cogiendo trenes y aviones y asistiendo a manifestaciones. Y hasta me han entrado ganas de leer a Salman Rushdie.
Así que estos desalmados tienen la batalla perdida. Los terroristas solo han hecho una cosa bien: morirse. Y, si su Dios existe, estoy convencido de que les dará merecidas prendas por toda la eternidad. Y si no, yo bailaré sobre las tumbas de esos cobardes mientras viva.

PAP


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