sábado, 10 de mayo de 2014

Un teatro en libertad


Aunque la introducción, el desarrollo y la conclusión de esta loa podría resumirse en el título, no os hagáis ilusiones.
El Teatre Lliure es un teatro independiente que nació allá por 1976 como una cooperativa de jóvenes talentos que tenían una doble finalidad: actualizar las grandes obras del teatro clásico y estrenar las producciones contemporáneas con mensaje que quedaban fuera del circuito de teatro comercial. Literatura universal en lengua catalana para que ese gran público barcelonés con intereses culturales tuviera un lugar de donde salir con las conciencias despiertas.
Así ocurrió este invierno cuando asistí de nuevo a una nueva versión de Un enemigo del pueblo, de Ibsen. Y pasada por las manos de don Juan Mayorga, hablamos de palabras mayores. La puesta en escena es espectacular. Presenta  un escenario móvil semicircular que cambia el espacio con sus desplazamientos, y que con pocos elementos, casi por metonimia, lo transforman en otro lugar. En el clímax de la obra, esa escena en que el doctor Stockman se enfrenta a una especie de asamblea popular (Acto IV), el patio de butacas se ilumina y los actores que representan al pueblo, y que increpan al protagonista, se mezclan entre el público, como es tradicional en el siempre mutante Lliure:
“Las verdades reconocidas por la mayoría no son otras que las que defendían los pensadores de la vanguardia en tiempos de nuestros tatarabuelos. Los que somos la vanguardia de hoy no las queremos”. (trad. Max Lacruz)
No me entusiasmó la musicalización de la obra, aunque tampoco resulta un despropósito, pues subraya el enfrentamiento colectivo (coral) e individual (solo) presente en la obra.
El Lliure no tiene reservado el derecho de admisión. Solo con pagar la entrada (para lo que ofrecen interesantes descuentos y bonos), uno puede pasar. Cada vez que salgo de allí siempre me toca escuchar la crítica (a veces furibunda y mordaz) de alguna señorona enjoyada (o no) de mentalidad talibanoburguesa.
Para eso sirve un teatro en libertad: para salpicar nuestras ideas... y sacudir las mentalidades “plebeyas de espíritu”.

PAP

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