En un país
muy muy lejano, hace mucho, muchísimo tiempo, o quizás ahora o a lo mejor de
aquí a poco, una próspera tierra cosmopolita y acogedora se dividió en dos… o Más…
Todo empezó
con una desbandada de trolls y trollas parlamentarias y algún orco que
otro suelto que había sido general de su remota aldea. El gran Mago monolingüe de
Barba Gris lo observaba todo con tanta atención miope como vegetalismo, desde
su trono de plasma.
Y un buen
día, estando el Mago de Barba Gris en plena fotosíntesis, estallaron las turbas
de masas. Las masas de unos. Las masas de otros. Las masas. (Massa masses). En estas condiciones ambientales, los individuos parecían abocados a la extinción. Y, con ellos, el librepensamiento.
Mientras
tanto (Meanwhile), en una de las
celdas perdidas por las Tierras de la Meseta, un desdichado preso, una especie
de hobbit real, se lamentaba de su
destino. Harto de la tortura charlatanesca infligida por su compañero de celda,
se cuenta que por las noches imploraba al carcelero:
—¡Por
favor, Mr. Jailman, te prometo que te cortaré las uñas de
los pies, dejaré que me cuentes tus problemas con tu mujer e incluso te
invitaré a un cigarro con todos sus impuestos indirectos incluidos, pero sácame
de esta celda, porque aguantar todo el día esta “matraca” es como cumplir con
una “doble condena”! —deploraba el recluso.
Su compañero
de celda, cuyo nombre (aunque propio, muy común) no vamos a recordar, no
entendía a qué se refería con lo de “doble”, porque él tan solo había platicado
sobre un único tema.
Frente a
esta acumulación de crisis convivenciales, cienes y cienes de corruptos Saurons
se carcajeaban por la ceguera emocional de la Tierra Media, o Media-Baja, que
como un (es)tupido velo cubría los pasados latrocinios de los Saurons con
discusiones políticas de más o menos, mientras estos se burlaban de los hobbits presos, que podrían denunciar
que hay muchos más ladrones en la calle que entre rejas.
Pero en
mitad de esta confusión, el príncipe de la Mesa Redonda huyó disfrazado de
fraile, como generaciones atrás había hecho su antepasado por metonimia (el
pseudomártir de las Casas Nuevas) hacia el pequeño Centro de Atención Primaria;
aunque este nuevo princeps tuvo que
escoger otra senda: la que lleva hacia la oscuridad de las Tierras del Norte;
se marchó con algunos de sus discípulos elegidos, incluida, seguramente, la
Magdalena Druida.
Era un
acérrimo defensor de la igualdad: siempre decepcionó por igual a los que
esperaban que fuera un mártir, a los vecinos paletos de Botiflerland , a los cíclopes del Imperio Vetusto y a todos los
demás. Desde pequeño había soñado en secreto con ser nombrado Emperador de
Wasteland y además se lo había creído y pensaba incluso que lo había logrado.
A todo esto,
el anquilosado aeda del Lago, se puso su gorrito y practicó la alquimia con su estaca mágica para convertir la huida en exilio fingido.
El odio, la
ignorancia y la sinrazón se habían apoderado de la Tierra Desconocida y
provocaron una negra niebla de dolor. En aquella noche sin fin ya nadie leía a Mario Benedetti o a Milan
Kundera. Pero aún podría haber esperanza. Porque, como dijo una vez un viejo
hidalgo destemplado: “Todo tiene remedio, si no es la muerte”.
A nuestro
pesar, el problema radica en que hasta aquí llegan los documentos hallados en
los Anales del Languedoc. No se puede afirmar si la cosa acabó bien, o mal, o
todo lo contrario. Pero eso se narrará en el próximo capítulo. O no.
El último Jedi
PD: Recientemente se ha hallado oculto entre las redes un spin-off de esta grandilocuente y ridícula Historia, producido por
un aguerrido narrador épico de muchos conocido e interpretado por el juglar más
singular de aquel antiguo país Desconocido.
PAP