lunes, 30 de septiembre de 2013

La pela es la pela


A pesar de que la expresión ‘estar sin un duro’ debería haber caducado hace mas de diez años, mis alumnos mas jóvenes la entienden perfectamente, y quizás sea así siempre, pues aún se usa (y con demasiada frecuencia) lo de ‘estar sin blanca’, que era una moneda de la época del Lazarillo de Tormes.
No se sabe con certeza, pero se dice que la palabra peseta proviene del catalán peceta (‘piececita’), y aparece registrada ya en el diccionario de Autoridades (siglo XVIII). Se difundió sobre todo durante la Guerra de la Independencia aunque, hasta la Gloriosa, compartió compraventas con una veintena de monedas mas. A diferencia de otras monedas, apareció de hecho como billete, pues tenía un alto valor.
Durante la Segunda República comenzó a acumular heterónimos. Se la denominó rubia, pues sustituyó el busto del monarca de turno por la joven que simbolizaba a la República, en una moneda dorada. Las monedas de céntimos de peseta aparecieron con la figura de un león, y el humor español enseguida las llamó perras (chicas o gordas, según fueran de 5 o 10 céntimos).
Para hacer números importantes, la gente hablaba en duros. Un piso valía no sé cuántos mil duros; cuando yo era pequeño, había chicles malos, los de a pela, y buenos, que costaban un duro. A los duros se les denominaba pavos, pues parece que ese era el precio de un pavo en los años ’30 del siglo pasado. Y de ahí que, con bastante propiedad, en las traducciones de las películas norteamericanas, a los dólares se los denomine pavos de manera coloquial; ellos los llaman bucks, ‘ciervos’, pues en la época de la conquista del oeste una piel de ciervo valía un dólar.
Ya en los ochenta y los noventa, había que contar en talegos (mil pesetas), sobre todo en ciertos ambientes, y en kilos (millones de pesetas), en ciertos otros.
El euro es tan joven que resulta tremendamente aburrido. Se les comienza a llamar pavos, pero solo porque mola hablar como en las pelis.

PAP

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