miércoles, 22 de mayo de 2013

Si no sabes, ¿pa qué te metes?


Quiero escribir las líneas mas tristes esta noche.
A sus 35 años, esta agostada timocracia va en camino de dar a oscuridad su séptima ley educativa, con tanto ruido como la montaña que parió un ratón, aunque con efectos mas corroedores. La LOMCE nos llega como cabezazo contra el toro de piedra y con cierto tufillo a Decreto de Vieja Planta, ahora que se acerca su funesto tricentenario. Pero ¡ojo! También nosotros hemos aprendido la lección.
Sé que algunos esperáis que me acuerde de los muertos del actual ministro de Ignorancia, o que lo tache de mentecato analfabeto o destaque su sospechoso parecido a Gollum, pero no haré tal cosa.
Seguramente os preguntaréis cuántas lenguas domina ese siniestro tipejo… Desde luego, dudo que ninguna de las constitucionales, y no sé hasta qué punto la preconstitucional… Pero debe de ignorar por completo su(s) literatura(s), y por eso la(s) hará desaparecer como asignatura de los nuevos planes de estudios.
Desconozco qué opinará mi antiguo profesor y actual director de la RAE, pero sí que intuyo lo que piensa mi Maestro, su hermano Alberto. A él querría plantearle ahora algunas dudas sobre los peligros que acechan a mis alumnos cuando descubren que la abulia de nuestra sociedad ya fue combatida con la letra hace mas de un siglo; que las falsas bulas de aquel devoto amo de Lázaro tienen su paralelismo en las preferentes (con distintos cómplices); que un poeta creyó que “la España de charanga y pandereta” algún día podría progresar; que se pueden entender las ideas, que se puede conocer la realidad, mas allá de vislumbrar su sombra desde la caverna. Queridísimo Alberto, mi maestro del alma, mi maestro: ¿por qué no me advertiste de esos riesgos?
Es mucho mejor volver a la lista de los reyes godos. Con eso sí que se aprendían cosas útiles.
Wert, que no quiero verte. Preferiría no hacerlo. Y mejor que sea así, pues te haría probar, de mi triste otoño, el dulce fruto. Y pues tu vida es sueño, y tus sueños, pesadillas son, a las ancladas piedras de las fosas te requiero. Vale.

PAP

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