La otra noche volvió el sonido de la Primavera. La otra
noche volví a gozar como en una de aquellas noches en la sala Camelot, hace
veinte años.
La noche comenzó de día. Exceso de luz y de frío, que apenas
permitió a un público mayoritariamente guiri entrar en calor. Vi un trocito de
los Pixies, en la variante femenina que lideró Kim Deal, llamadas las Breeders,
que volvieron para salpicarnos con su Last
Splash.
Algo antes, a la hora de la siesta, había tocado Mulatu Astatke,
al que me perdí… Mala hora para un concierto, los viernes a las 17.30.
Luego vinieron The Jesus & Mary Chain, que,
incombustibles, predicaron con su acostumbrada inyección eléctrica. Memorable.
En un festival de música uno va a ver imprescindibles, pero
también para descubrir… En esta ocasión, la palma se la llevó la sensibilidad
electrónica del cantautor y teclista James Blake. El zagal recuerda a Antony
Hegarty, y parece sintetizar en uno los diversos proyectos de este, Antony and
the Johnsons y Hercules and Love Affair, con algo de trip-hop por el camino.
El broche de la noche lo puso Blur, a quienes por fin pude
tachar de mi lista de pendientes. Comenzando con Girls & Boys se pusieron
el listón muy alto, pero tocaron como si jamás se hubieran separado, y nos
mantuvieron en vilo durante la hora y media de concierto que, lógicamente, supo
a poco.
La organización, milimétrica. Horarios, servicios (incluidos
numerosos urinarios), disposición de los escenarios, accesos y demás
funcionaron como un reloj, lo cual es de agradecer en un macroevento como este.
Aunque solo fuera para estas cosas, el Fórum es un espacio privilegiado. Frente
al mar, bajo la luna llena… Próxima parada: Cruïlla.
La arruga es bella, si se debe a la experiencia.
PAP