La crisis
económica no ha alcanzado a todos por igual. Como ya aventuré, vamos saliendo
mucho más pobres la mayoría mientras unos pocos engordan sus arcas.
¡Qué bonito
es defender los derechos humanos, participar en campañas de la ONU!
Llevar gafas
oscuras todo el tiempo, ¿provoca la ceguera a largo plazo?
¿Es culpa de
los que practicamos la religión de la música que estos seres (humanos) a los
que adoramos se endiosen?
¿Es el Estadi Olímpic el nuevo Liceu de Barcelona?
¿Se
requerirá ir vestido de etiqueta a los conciertos de rock? ¿Asistir en limousine?
“Por sus frutos
los conoceréis” (Mateo, 7)
Un grupo de
música al que he admirado hasta anteayer vendrá a la ciudad condal el próximo
verano. Las entradas se pusieron a
la venta a las diez de la mañana de un día laborable. En pocos minutos, se
agotaron las entradas a precios asequibles (entre los 38 y los 78 euros). El
resto, oscilan entre los 200 y los 800 euros. (Una semana antes de ponerse a la
venta, se podían conseguir entradas a estos precios en una empresa online que aparecía en los periódicos digitales de información general…) Tenía el dinero para sacar la entrada
(cualquier entrada), aunque represente como mínimo tres días y medio de mi
trabajo… Pero he decidido no ir. Por principios, por ética, por solidaridad con
los que no tienen ese dinero, que por estos andurriales, últimamente, son
legión. Y por los que, aunque parezca mentira, seguimos trabajando durante
nuestra jornada laboral. “Y más allá…”
Y aunque a
estos ya los había visto siete veces, lo que verdaderamente lamento ahora es la
silenciada desaparición de Su Sexy Majestad Sharon Jones, otra de las estrellas que se nos ha apagado este
nefasto año pasado. Mi número con ella se quedará en tres. Tres noches
espectaculares. Tres conciertos inolvidables a los que asistí. Tres regalos
irrepetibles para mi existencia, para el baúl de mis recuerdos, para un lugar
estable en mi musicalmente maltrecho corazón.
PAP
PD: Regalo compactdiscos de banda irlandesa.