Hace siete años que el verano comienza con el festival
Cruïlla de Cultures. (Los primeros iban acompañados del final de las
oposiciones, los últimos por la soledad compartida)
En Barcelona, cada festival reúne a un público distinto. Si
en el Sónar están los modernos y guiris con sus pinreles al aire, en el
Primavera Sound se junta el personal alternativo (autóctono y de importación),
del BAM hablaré en otro momento. El Cruïlla, con sus variopintos carteles y sus
precios asequibles, reúne a las personitas más especiales de la comarca.
Este proyecto nació en Mataró, donde se repartían los
conciertos en distintos lugares de la ciudad (alguno ciertamente pintoresco).
Memorables fueron los conciertos de Khaled, con los Delinqüentes, los de
Muchachito, el de la Fanfare Ciocarlia, el de Femi Kuti con sus sinuosas
bailarinas. Allí hemos disfrutado de Manu Chao, los Chichos, Ben Harper y un
larguísimo etcétera.
Este año el cartel promete, como siempre, baile, fiesta,
diversión. Descubrimientos, recuerdos y
alguna rutilante estrella. Los imanes que me atrajeron este año fueron artistas como Gogol Bordello, Cypress Hill o
Amadou & Mariam, a quienes aún no he visto en directo. Pero sueño con
escuchar en directo “Candy” y “The Passenger”, de Iggy Pop, o “Enjoy yourself”
y “Too much Too young”, de los Specials. Tengo ganas de ver a las Migas
renovadas, de revisitar a Sharon Jones y de conocer al mítico Linton Kwesi
Johnson y a la prometedora Nneka.
Con buena música, buen jamón, con un año más a las espaldas,
con lo de siempre y con lo de más allá, hoy celebro volver a cruzarme con el
verano.
PAP