domingo, 27 de noviembre de 2011

Números

Señor expropietario de mi actual número de teléfono:
Llevo un año con el que fue su número y, la verdad, ya me siento un poco usted.
No obstante, querría comentarle ciertos intríngulis.
En primer lugar, debe ser usted más atento con su abuela. Nunca la llama, y siempre tiene que ser ella la que se equivoca al intentar conectar con usted, y me llama bichito y, antes de que yo logre meter baza y me permita identificarme, me cuenta muchas cosas de su madre y de su tía Fina (que últimamente no anda muy bien). Hoy me ha recordado que tiene que llevarle la bandeja de los canelones y, que si no se la puede acercar a su casa, que la deje en casa de su madre. Y, por cierto, ni siquiera le dijo si le habían gustado, con lo entretenido que es hacer canelones.
Creo que debería ser mejor pagador. El tono de algunas personas que le llaman es como de cabreo acreedor, y llegan a preguntarme hasta siete veces si de verdad no soy usted. A la última tuve que asegurarle que no vivo en su dirección y que no podría encontrarme si me buscaba allí.
Eso sí, lo que de verdad lamento es que no tenga usted costumbre de dormir la siesta, pues suele ser una de las horas punta en cuestión de llamadas erróneas recibidas (a éstas deben sumarse las de las compañías telefónicas, de acentos latinos, pero eso va en otra carta)
Por otro lado, se está usted perdiendo una de ofertas, descuentos y productos de primera (o segunda) necesidad que no se puede ni imaginar. En más de una ocasión me he sentido tentado de adquirirlos, no se crea, pero hasta ahora he logrado contenerme, por no serle desleal. Sus ofertas son suyas, yo ya tengo las mías.
Otra cuestión es lo del banco... Bueno, eso sería más peliagudo de explicar aquí con el debido detalle, y podría dar lugar a confusiones, pero sería conveniente que se pasase por su oficina bancaria un día de estos, que allí le contarán. Vaya un día que tenga tiempo...
En conclusión, creo que quizás debería comunicar a sus “amigos” y deudos su cambio de número de teléfono. Mientras no lo haga, quedo a su merced, y seguiré atendiendo a sus asuntos con la mayor paciencia que me sea posible.
Atentamen... ¡Riiiing! ¡Riiiing!

PAP